25 enero 2001

Por favor, no asfixien al Malpaís de Güímar



José García Casanova
Biólogo. Ex Director-Conservador del Paraje Natural de Interés Nacional del Malpaís de Güímar

El Malpaís de Güímar, parte del cual integra la Reserva Natural Especial del mismo nombre, es un área de excepcional interés por su magnífica naturaleza y fascinante paisaje, amén de ser el escenario donde se siguen desarrollando tradiciones entrañables cuyo origen se remonta a épocas ancestrales, como la relacionada con la aparición de la Virgen del Socorro en la Playa de Chimisay, allá por el siglo XV.

Este espacio natural posee un incalculable valor biológico ya que se cuentan por centenares las especies de animales y plantas, muchas de ellas endémicas, que se han asentado en este rincón de la geografía tinerfeña, sobre un terreno volcánico joven, configurando una singular y caleidoscópica combinación de ecosistemas característicos de la zona baja de la isla: vegetación halófila costera, tabaibales dulces, cardonales, cerrillares.

Auténtico santuario de biodiversidad, objeto de estudio desde hace años por parte de numerosos científicos canarios y extranjeros, y aula abierta en la que se forman las jóvenes promociones estudiantiles, el Malpaís de Güímar ha sido objeto, sin embargo, de multitud de impactos derivados de una acelerada actividad antrópica que ha transformado espectacularmente el territorio en las últimas décadas. De esta manera se ha ido estrechando el cerco en torno a este retazo de naturaleza virgen, superviviente de un pasado esplendoroso, pero prácticamente rodeado hoy de carreteras y autopistas, núcleos urbanos y complejos industriales, extracciones de áridos, tendidos eléctricos, etc.

Empero, la situación descrita se agravaría dramáticamente en el caso de que se llevase a cabo una pretendida ampliación del Polígono Industrial "Valle de Güímar", ocupando terrenos situados al sur del Camino del Socorro, y que al parecer cuenta con el visto bueno de la corporación municipal. Dicha ocupación terminaría de encorsetar los ecosistemas del Malpaís y haría desaparecer ciertos hábitats imprescindibles para muchas especies, sobre todo de invertebrados, algunos de los cuales juegan un papel fundamental como polinizadores de las especies de flora presentes en el entorno; además provocaría un terrible impacto paisajístico y contribuiría, en fin, a seguir minando de forma insidiosa el complejo y frágil entramado ecológico de este paraje.

Es hora de que los que tienen que decir la última palabra sobre este asunto sean sensibles a la clamorosa demanda de conservar el medio ambiente, den muestras de sensatez y no se dejen seducir por engañosos cantos de sirenas que, en aras de un supuesto bienestar a corto plazo, no dudan en hipotecar el futuro de una de las áreas naturales más excelsas de Tenerife.

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