11 marzo 2001

Hay que conservar todo el Malpaís de Güímar.


Rubén barone Tosco

Naturalista

Publicado en El Día, martes 20 de febrero de 2001. Reproducido con autorización del autor



Para cualquier lector de El Día u otros periódicos locales no es ajena la polémica actual en torno a la conservación del Malpaís de Güímar, propiciada por el empeño del Ayuntamiento de Güímar en destruir un importante sector del «Área de Sensibilidad Ecológica» situada inmediatamente al norte de la Reserva Natural Especial del Malpaís de Güímar.

Este importante y singular espacio natural, protegido por la Ley 12/94 de Espacios Naturales de Canarias, acoge una muestra única e irrepetible de paisaje volcánico reciente con su vegetación caracterizada por tabaibales dulces, cardonales y otros tipos de vegetación del piso basal (inferior) canario, además de poseer una fauna - sobre todo invertebrada - del máximo interés científico y conservacionista y unos elementos arqueológicos y etnográficos de reconocido valor patrimonial. Todo esto ha quedado plasmado en diferentes publicaciones científicas, tesinas de licenciatura y tesis doctorales realizadas por investigadores de la Universidad de La Laguna y otros centros universitarios regionales y europeos (p. ej. Alemania y Suiza), así como en el magnífico libro «Naturaleza, historia y tradición en El Socorro de Güímar», publicado por la Asociación Cultural Patrimonio de Güímar en 1993, y que viene a recoger todo cuanto se conoce sobre el Malpaís. Más recientemente, se ha preparado una página web muy completa e interesante (www.elmalpais.com), a lo que habría que sumar los diferentes trípticos, cuadernillos e informes editados en los últimos años por organismos oficiales y asociaciones culturales de la zona. La ingente cantidad de publicaciones y documentos que se han realizado sobre el Malpaís de Güímar nos indica que se trata, sin duda alguna, de uno de los espacios naturales canarios más intensamente estudiados a todos los niveles y, a su vez, de los que presentan un mejor estado de conservación, favorecido recientemente por diversas actuaciones de gestión muy acertadas (eliminación de edificaciones en la Reserva, reconversión de antiguas pistas en senderos, cierre al tráfico rodado de varias pistas, control de la planta invasora «rabo de gato»...).

Ahora bien, el problema surge por no estar debidamente protegido todo el territorio, es decir, tan solo una parte del Malpaís de Güímar ha sido incluida dentro de la Reserva, quedando el resto (principalmente el grueso de la gran banda de arenas que penetra desde la Playa de la Entrada o de El Socorro hacia las Morras del Corcho y Montaña Grande) como «Área de Sensibilidad Ecológica». Aunque la declaración de dicha «Área» obliga a la realización de Estudios de Impacto Ambiental (E.I.A.) ante cualquier afección que pudiera producirse en la zona, esto no es suficiente - ni mucho menos - para proteger debidamente el Malpaís. En mi opinión - sé que también en la de otros muchos que se preocupan por la conservación de nuestros espacios naturales - , se debió de haber incluido todo el Malpaís al amparo de la LENAC (Ley de Espacios Naturales de Canarias), error que se arrastró desde 1987, cuando la primera Ley (12/87) ya dejó fuera esa importante porción del Malpaís. Porque, siendo realistas, muchos constructores - y también, cómo no, políticos - piensan que cualquier zona no protegida por la Ley de Espacios Naturales de Canarias puede ser arrasada impunemente, dándose el caso (véase el ejemplo del Sur de Tenerife) de que los espacios naturales costeros quedan como meros «jardines naturales» de las urbanizaciones colindantes.

Y es que, sencillamente, el Malpaís es un todo, y ello implica conservar a ultranza la banda de arenas que lo atraviesa y a su vez lo diversifica, convirtiéndolo en un «mosaico» ambiental único. Hay que convencer a los políticos «que tienen el sartén por el mango» de la necesidad de conservar el Malpaís de Güímar en su integridad. Si no lo logramos, se habrá perdido la oportunidad de proteger un ecosistema muy valioso, visitado y admirado por gentes no sólo de las Islas, sino de toda Europa.

Rubén Barone Tosco
Naturalista

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