26 julio 2001

En defensa del Espacio Natural Protegido del Malpaís de Güímar


Stephan Scholz

Reproducido con autorización del autor



Hace más de 20 años y siendo yo estudiante de ciencias biológicas de la universidad de La Laguna, el Prof. W. Wildpret me encomendó como trabajo de licenciatura el estudio de la flora liquénica del malpaís de Güímar. Empezaba a verse claro que este paraje de la costa sur de Tenerife tenía una biodiversidad extraordinaria y sobre todo un estado de conservación excelente que exigía su protección. Recuerdo mis solitarias excursiones por campos de lava y arenales. Recogía especímenes, hacía inventarios y sacaba fotos, para volver, ya avanzada la tarde, en guagua a La Laguna con la pesada mochila a cuestas, llena de muestras a analizar. El estudio liquenológico de Canarias estaba entonces empezando. Se había elaborado un catálogo provisional con algo más de 600 especies, pero se suponía que debían de existir muchas más. Desde Alemania nos asistía el Prof. Follmann, liquenólogo mundialmente conocido, y que estaba maravillado ante la riqueza liquénica de las islas. Después de meses de intenso trabajo, pude constatar la existencia de 87 especies de líquenes en el área de estudio, sin contar con la zona del volcán propiamente dicho. Esta, por falta de tiempo y porque el número de especies y la complejidad de las comunidades liquénicas superaba lo esperado, apenas se exploró. De los líquenes encontrados, algunos están aún hoy sin determinar. Probablemente sean especies nuevas para la Ciencia. Sin embargo, no se ha encontrado especialista para trabajarlas, o al menos no tengo noticias de ello.

Desde hace 15 años resido en Fuerteventura, pero sigo viniendo a Tenerife con regularidad. Los cambios que observo en el paisaje y en la naturaleza son cada vez más drásticos e intensos o, por qué no llamarlos de esta manera, brutales. Una nueva urbanización aquí, otro polígono industrial allá, más y más cultivos bajo plástico, extracciones masivas de áridos, nuevas carreteras... No descubro nada si digo que las regiones costeras del sur de Tenerife se han visto especialmente afectadas. Constato cada vez que vengo a la isla que los ecosistemas naturales de estas zonas han vuelto a perder terreno y trato de aceptar resignado que posiblemente la próxima vez, en determinado lugar, ya no quede absolutamente nada de ellos. Me da auténtica pena ver cardonales ,y tabaibales arrasados, en muchos casos inútilmente y sin razón.

¿Es que no vale nada una tabaiba, un cardón, un balo? ¿Por qué hay que machacar cientos de miles de metros cuadrados de tabaibal dulce centenario, con todas sus especies vegetales y animales en gran parte endémicas, para plantar una zona verde compuesta casi totalmente por especies foráneas ? ¿Qué se ha ganado? ¿Alguien de los responsables se ha preguntado cuánto tiempo tarda una tabaiba en crecer? ¿Se ha dado cuenta que están óptimamente adaptadas a las condiciones naturales, mucho mejor que cualquier especie introducida ? Ni siquiera consumen agua de riego. En Fuerteventura, con su clima casi desértico (la mano del hombre tuvo mucho que ver) ya quedan muy pocas. Cuánto me gustaría tener allí las preciosas tabaibas y cardones que se desprecian y arrasan día a día en Tenerife.

Y llego ya, después de un breve repaso al marco en el que se desenvuelve todo, al punto central de este escrito. Se quiere urbanizar y convertir en zona industrial una parte del malpaís de Güímar. Desde el camino de E1 Socorro hacia el sur, hasta llegar a los límites del espacio natural protegido. En realidad, todo nuestro planeta es zona de sensibilidad ecológica, pero en esta área concreta, adyacente a un espacio natural protegido, el término adquiere además unas implicaciones legales, y se le reconoce oficialmente a la naturaleza esta cualidad. Una zona de antiguas huertas y terrenos arenosos en la parte superior, y un tabaibal dulce inalterado hacia el mar. Endemismos tanto vegetales como animales. Una zona de gran valor ecológico, la más valiosa de la costa del valle de Güímar sin duda.

Mi parte débil, o mi parte fuerte, según se mire, es intentar ser objetivo. E1 Parque Nacional del Teide es una maravilla. También los pinares y hasta la laurisilva de Tenerife están ahora en condiciones mucho mejores que hace 50 años. No todo es negativo. Pero en las últimas décadas le ha tocado a las zonas costeras de la isla cargar con el peso de la economía. Ahora no se trata de explotar de forma más o menos artesana a la naturaleza, como ocurría antes con pinares y laurisilva. Eso fue reversible. Urbanizaciones y zonas industriales eliminan el ecosistema, sin que este tenga posibilidad de regenerarse. Y la red de espacios naturales protegidos, con muy buena intención, trata de preservar zonas en su estado natural.¿Hay que explicar por qué ?

Mi búsqueda de objetividad y equilibrio también se traduce en intentar comprender todas las posturas. Algunas voces me han echado en cara falta de compromiso. En este caso, mi postura es clara: los espacios naturales no son piezas de museo, pequeñas curiosidades que hay que intercalar aquí y allá entre el asfalto para que no den la lata los sensibleros ecologistas inadaptados a la vida moderna. Deben de poder respirar, evolucionar, interconexionarse con otros espacios naturales y, en definitiva, tener un ecosistema lo suficientemente fuerte y estable para mantenerse vivo a largo plazo. Este es su sentido. En nuestro caso concreto: no debe de seguir ampliándose el polígono industrial de Güímar. Quiero unirme a los muchos que han abogado ya claramente por la conservación íntegra del espacio natural protegido con toda su zona de influencia de sensibilidad ecológica. Sé que hay intereses económicos. Cada caso por separado es completamente comprensible. Pero así, entre todos, y en base a que todo es justificable bajo la bandera del progreso, estamos llegando a un grado de transformación del territorio que produce preocupación. Aparte de biodiversidad, la isla va perdiendo originalidad y personalidad, que recibe en gran parte de su naturaleza y paisaje. En unos años no darán ganas ni de volver, al menos a algunas zonas. No quisiera pasar unas vacaciones en ciertas urbanizaciones ni que me las paguen. Y lo peor: sometemos también a los espacios naturales protegidos a una presión cada vez más agobiante.

¿Mala intención y ganas de destruir ? De ninguna manera. ¿Inevitable ley de vida ? No creo. Es cierto, nada es eterno, todo cambia, las comunidades de seres vivos se van sucediendo en el tiempo, y el hombre es un ser vivo que tiene derecho a crearse su propio ambiente. Pero, después de estos vertiginosos últimos 30 años, donde se ha pasado de una sociedad agraria subdesarrollada a lo que tenemos ahora (no sé como definirlo), ¿no podemos al menos tomarnos un poco de tiempo para mirar críticamente a nuestro alrededor y reflexionar sobre el rumbo que estamos tomando, reflexión que genere no sólo buenas intenciones?.

Para que estos hechos se produzcan y pueda detenerse el excesivo “consumo” de los ecosistemas naturales por parte de nuestra sociedad (llamada precisamente “de consumo”), hace falta conciencia, un poco de valentía y mucho amor por la tierra, y todo ello, en la loca carrera por el desarrollo parece que se ha quedado en el camino.

No quisiera quedarme en consideraciones teóricas ni dar lecciones de moral, ni siquiera de ecología. Quiero terminar con unas ideas prácticas que se pueden realizar. No tienen que ver únicamente con el polígono industrial de Güímar; son extrapolables a todo el territorio.

Creo que hay que darle un valor mucho mayor a la vegetación natural, especialmente la de las zonas costeras. No debe de considerarse como simple maleza improductiva y molesta que hay que eliminar. Propongo que se trate de salvar la mayor parte posible al menos de especies emblemáticas como tabaibas, verodes y cardones, además de otras menos llamativas, pero igualmente valiosas, como cardoncillos, balillos y muchas más.

Para ello, en primer lugar, no sería costoso ni antiestético conservar zonas intactas de vegetación original en lugares que no es absolutamente necesario transformar, como bordes de carreteras y cruces, así como zonas periféricas de urbanizaciones, polígonos industriales, aeropuertos y otras instalaciones. Se destruye mucha más vegetación de la que en realidad sería necesario. Una rotonda de cruce con el tabaibal-cardonal original no es un punto antiestético en el paisaje. Un ajardinamiento mal realizado con especies ornamentales sí lo es. Y he visto zonas “ajardinadas” medio abandonadas y feas, quizás por falta de medios para su riego y atención. Si se hubiesen dejado en su estado primitivo no hubiese hecho falta atención alguna. También, a lo largo de la autopista del sur, hace ya muchos años se plantaron ejemplares de especies ornamentales poco adaptadas a la zona. Buena intención, pero mal resultado. Con haber respetado lo que había hubiese sido suficiente.

Por otro lado, reconozco que existen casos donde se ha logrado integrar armónicamente la vegetación autóctona del lugar con la introducida. Además, cada vez se trabaja más con especies de las islas, reproducidas en vivero. Esto está bien, pero no debe de entenderse como un nacionalismo o localismo de matiz ecológico. Las plantas introducidas no son malas de por sí. Qué sería Canarias sin sus flores de Pascua, jacarandas, tuliperos de Gabón y muchísimas más especies ornamentales, por no hablar de las plantas de cultivo. Lo que no está bien, a mi entender, es menospreciar lo que ya tenemos. E1 mensaje que trato de dar es que se respete lo que ya hay. Todo. No sólo dragos, palmeras y pinos canarios.

En segundo lugar, si es inevitable transformar un territorio (entiendo la necesidad de muchas obras) debe de procurarse transplantar la mayor parte de los ejemplares de las especies que mencionábamos, y no destruirlos. Técnicamente es posible. Trasplantar un cardoncillo (Ceropegia fusca) es muy sencillo. Una tabaiba suele arraigar de nuevo. Un cardón también, si bien su transplante como entidad completa y sin dañarlo no es fácil. Depende de su tamaño y de la naturaleza del terreno en donde crezca. Posiblemente algunos estudios de impacto ambiental recojan entre las medidas correctoras el trasplante de especímenes. Pero apenas se ven resultados.

Un ejemplo concreto de algo que puede realzarse: existe una gran extensión de espacios ajardinados entre el polígono industrial de Güímar y la autopista. Miles de metros cuadrados están plantados de “claveles de sol” (especies del género Carpobrotus, originarias de Sudáfrica) y otras plantas que cubren el suelo. Hay árboles y palmeras. E1 tabaibal original ha sido eliminado. Cientos, o posiblemente miles de las tabaibas y de los cardones de terrenos del valle de Güímar que ya sea inevitable urbanizar caben allí, en esa zona verde. No impedirán para nada que esta zona ajardinada sirva de pantalla de protección visual y acústica del polígono industrial, como al parecer es su objeto. Pienso en los cardones y las tabaibas que crecen en las inmediaciones de Candelaria, de Las Caletillas, de E1 Socorro... Hay planes parciales ya aprobados ¿Se va a arrasar todo ?

Claro que hay que tomarse el tiempo para planificar y coordinar una acción de estas características. Posiblemente puedan implicarse los Ayuntamientos, tratando y negociando con promotores y constructoras. También cuesta dinero. Pero es posible. Depende del valor que le demos a lo nuestro, en este caso a las plantas autóctonas.

Hoy en día, después de haber eliminado ya una gran parte de los ecosistemas naturales del piso basal de Tenerife, puede que haya quien siga pensando que el mejor cardón es el cardón muerto, triturado por las cadenas de una pala mecánica. Pero muchos, y espero que cada vez más, preferimos darles el valor que se merecen y verlos vivos en su ecosistema intacto, levantando sus espinosas columnas hacia el sol como lo han hecho ya cientos de miles de años antes de que el hombre llegara a estas islas. La búsqueda de beneficios a cualquier precio, la comodidad y hasta la ignorancia no deben acabar con lo poco natural que nos va quedando.


Stephan Scholz

La lógica territorial en el trazado del Camino de El Socorro

camino de el socorro


Una de las cuestiones que se plantean en relación con el valor patrimonial del Camino es si, más allá de las prácticas rituales que se desarrollan anualmente a lo largo del mismo (Romería del Socorro, Subida de la Virgen), su propio trazado responde a algún tipo de sentido territorial e histórico. De este modo, se ha llegado a plantear --en ocasiones de forma parcial e interesada-- que el trayecto de la vía ha sido modificado a lo largo del tiempo, de manera que no resultaría grave volver a introducir cambios en el recorrido actual. En las siguientes líneas argumentamos por qué tales afirmaciones carecen de fundamento, y tratamos de sustentar una idea que nos parece fundamental: como en todos los demás aspectos que han suscitado la propuesta de declaración como Bien de Interés Cultural, también el propio itinerario del Camino del Socorro posee una lógica profundamente enraizada en las formas y la historia del territorio. Su trazado, que no ha conocido ninguna transformación significativa, suministra por ende, para las generaciones presentes y venideras, importantes lecciones acerca de la relación establecida entre los seres humanos y el territorio en el marco de la historia del Archipiélago Canario.





1. La lógica de los caminos verticales de la cultura aborigen


Es sabido que la economía y la cultura canaria prehispánica, particularmente en el caso de la isla de Tenerife, se sustentaba en la práctica de la ganadería, complementada con cierta agricultura cerealista y la recolección terrestre y marina. La gestión de la cabaña caprina, con mucho la más importante dentro del capítulo de los animales domesticados, se llevaba a cabo a través de formas de pastoreo trashumante, que optimizaban el potencial forrajero y la capacidad de carga ganadera del territorio. La existencia de un variado conjunto de pisos bioclimáticos, desde el nivel del mar hasta bastante más arriba de los dos mil metros, y su diferenciación fenológica, hizo posible organizar y mejorar, a lo largo del tiempo, el aprovechamiento alternativo de los distintos ecosistemas verticales. Los pastizales anuales que se desarrollan en la costa tras las borrascas del otoño suministraban el grueso de la alimentación invernal. Su agostamiento temprano se complementaba bien con el desplazamiento de los rebaños a los sectores cumbreros y de las Cañadas del Teide, donde el pastizal de leguminosas de montaña (retamares y codesares) constituye un forraje óptimo a finales de la primavera y durante la estación estival. Entre ambos, los pisos termófilos y subhúmedos de la medianía suministrarían también recursos durante los periodos equinocciales.


El sistema viario de cualquier comunidad histórica constituye una verdadera 'radiografía' de sus relaciones con el territorio. No es de extrañar entonces que en el entramado de los caminos guanches tuvieran un marcado protagonismo las vías de carácter vertical; es decir, aquéllas que permitían conectar fácilmente los distintos pisos ecológicos y explotar alternativamente su potencial ganadero. Así lo plasmó L.D. Cuscoy (1968) en su reconstrucción de la red viaria del Tenerife prehispánico. Como se puede observar en la figura 1, existían algunos caminos 'horizontales' o trazados a lo largo de las curvas de nivel, que servían para la conexión intercomarcal: "Camino de comunicación entre los Menceyatos", "Camino que bordea la zona alta de pastoreo", y "Ruta de la Cumbre y de Las Cañadas". Sin embargo, son con gran diferencia los caminos 'verticales', que atraviesan perpendicularmente las curvas de nivel, los que definen el mapa de las primitivas comunicaciones intrainsulares.

camino de el socorro

Puede ser interesante señalar, a los efectos que aquí nos ocupan, que el primer director del Museo Arqueológico de Tenerife basó tal reconstrucción en un profundo conocimiento del territorio insular. La época histórica en que vivió e investigó permitían recoger el legado de rutas pastoriles que aún se encontraban vigentes a mediados del siglo XX. Lo que nos interesa destacar es que, tanto si se trataba de caminos aborígenes como de vías posteriores a la colonización --y lo más probable es que fueran ambas cosas, es decir, caminos guanches reutilizados por la cultura posterior a la Conquista-- se trata de rutas dotadas de una lógica territorial muy marcada, como resultado de una forma de interpretar el espacio insular y utilizar sus recursos.




2. Los ejes agrícolas y comerciales de la sociedad posterior a la Conquista


La colonización europea, aún manteniendo vigentes parte de los aprovechamientos ganaderos trashumantes, se traduce en un protagonismo mucho mayor de la agricultura, enriquecida con nuevos productos, técnicas y prácticas agronómicas. Este enriquecimiento continuará con la aportación de los cultivos americanos, a partir del siglo XVI y hasta nuestros días. El aprovechamiento del diferencial bioclimático del territorio no sólo no desaparece, sino que aumenta a través de la práctica de un conjunto muy variado de usos verticales y múltiples (Aguilera et al., 1994, cap. 4). En este sentido, el suministro de agua, energía, fertilizantes o fuerza de trabajo a los sistemas agrícolas de exportación, implantados en algunos sectores de las costas canarias susceptibles de acoger cultivos termófilos de regadío, se desarrolla también preferentemente a través de conexiones verticales. Hasta comienzos del siglo XIX, los principales asentamientos de población, con pocas excepciones, se implantan y desarrollan en la Medianía. De este modo evitan el peligro de agresiones directas por vía marítima; explotan suelos y ecosistemas más fértiles y húmedos; y organizan desde esta posición estratégica e intermedia la explotación alternativa de todos los ecosistemas comprendidos entre el litoral y la línea de cumbres. Este mecanismo dará origen al sistema de municipios verticales de Tenerife y las demás Islas (salvo las dos más Orientales).


Las conexiones 'horizontales', qué duda cabe, también existen, pero desempeñan un papel secundario en la vida cotidiana insular. El Camino Real que circunda Tenerife (a imitación de algunos viejos caminos guanches, mejorando su firme en algunos casos) avanza lenta y dificultosamente, y no resulta apto en su totalidad para el tránsito de carretas, por la excesiva pendiente o la estrechez de la vía. Sobre sus trazas comienza la ejecución en el siglo XIX de las primeras carreteras comarcales aptas para la circulación de diligencias (y de automóviles, cuando éstos lleguen a Canarias a comienzos del siglo XX). El considerable retraso con que se va construyendo esta vía en el caso de la amplia comarca Sur, mantiene el protagonismo de las vías verticales hasta mediados de la recién culminada centuria: en 1907 la Carretera del Sur llegaba a Fasnia, en los años veinte alcanzará la capital municipal de Arico, y no será hasta los años cincuenta en que conecte los pueblos de San Miguel, Arona y por medio de pistas costeras permita la circunvalación insular vía Icod.


De este modo, el Sur de Tenerife conservó hasta tiempos más recientes un modelo que fue general a toda la organización del sistema insular de comunicaciones: la existencia de un sistema de asentamientos rurales de diversa categoría y tamaño en la Medianía, donde cada uno de ellos contaba indefectiblemente con un núcleo homólogo en la franja litoral. A través de estos enclaves costeros, ya fueran sectores dotados de una mínima infraestructura portuaria, embarcaderos o simples refugios naturales donde se alcanzaba la orilla a través de embarcaciones auxiliares, cada pueblo o pago del Sur intercambiaba sus mercancías con el resto de las comarcas y, en algunos casos, se incorporaba de este modo a la economía-mundo, vía exportación marítima de vino, cochinilla o tomates.


En la figura 2 exponemos un esquema de este tipo de relaciones verticales Medianías-Costa para el caso del Sur de Tenerife, que tenían su correlato en la prolongación de tales ejes hacia la Cumbre para la explotación de los recursos de tal sector. Aunque faltan algunos, están la mayoría y desde luego los más importantes.

Camino de El Socorro

Se debe insistir en que en la Comarca Norte existió un sistema semejante; pero el establecimiento anterior de la carretera comarcal (vinculado a la mayor importancia económica del barlovento tinerfeño) provocó su desvanecimiento más temprano. Recuérdese que en 1900 ya existía una carretera que permitía desplazarse desde Santa Cruz a Garachico, se empezaba a construir un tranvía que permitía acceder rápidamente a La Laguna (luego llegaría a Tacoronte), y a través de una red de pistas bastante transitables se podía alcanzar el núcleo de Buenavista del Norte.




3. El caso de Güímar: el Camino de El Socorro


Después de esta necesaria introducción, estamos en condiciones de entender la lógica del trazado de la vía que se propone para su declaración como Bien de Interés Cultural. Como ya se señaló, existen caminos verticales desde el periodo aborigen, que presentan continuidad histórica y que, en el Sur de Tenerife, resultan funcionales como ejes articuladores del territorio hasta tiempos bien recientes. Si ampliamos ahora la escala de análisis, es fácil darse cuenta de que tales caminos se disponen, cuando el territorio lo permite, de la manera más eficiente posible: esto es, ahorrando trechos innecesarios, pero evitando a la vez y en lo posible atravesar el cauce de barrancos; y procurando mantener pendientes moderadas, que si no superaban el 15 por ciento harían posible el tránsito de carros tirados por mulas. Por ello es frecuente que su trazado se produzca a lo largo de algún interfluvio, que desciende verticalmente desde el núcleo medianero a la costa.


Si el territorio se corresponde a una plataforma costera relativamente tendida, como es el caso del tramo bajo del Valle de Güímar, entonces los caminos pueden discurrir de forma casi rectilínea, pues la pendiente no exige trazar curvas amplias (caso de los caminos 'de las Vueltas', que es un topónimo bien frecuente en otros sectores del territorio de topografía más abrupta). Pero en el caso concreto del casco urbano de Güímar, descendiendo en línea recta hacia la costa, nos encontramos con un accidente geomorfológico de importancia: la Montaña Grande, del Socorro o de Archaco (como era conocida hasta el siglo XIX, según J. Bethencourt Alfonso). Si la plaza de San Pedro se alza a 287 metros sobre el nivel del mar, después de haber bajado casi doscientos metros encontramos este cono volcánico cuya cima se vuelve a elevar hasta los 276 m. de cota, lo que, obviamente, imposibilita mantener el rumbo hacia el litoral.

camino de el socorro

No resulta aventurado suponer que, de no haberse producido hace unos diez mil años la erupción volcánica que levantó esta montaña de piroclastos y dio lugar a la formación del Malpaís con sus coladas, el camino que muchos siglos después construyeron los pobladores del territorio hubiera proseguido su trazo recto en busca de algún entrante abrigado de la costa. En la figura 3 [ó 4, si incluyo la sección indicada más arriba] se representa la forma concreta como se resolvió este asunto: dos son las vías principales que descienden desde Güímar hacia el litoral. La primera parte del asentamiento europeo originario (el ingenio azucarero) en Güímar de Arriba o San Juan y alcanza el Puertito de Güímar, que se sitúa precisamente en el extremo sur del Malpaís, al abrigo del saliente que forman sus lavas dispuestas en abanico. La segunda, algo más al norte, parte de la iglesia de San Pedro, conformando el eje que consolida el crecimiento histórico de Güímar: San Pedro Arriba - San Pedro Abajo, y su prolongación hacia arriba (el Monte) y hacia abajo (El Socorro). Como se observa con claridad, ambos caminos descienden por sendos interfluvios, buscando la vía más recta hacia la costa; y cuando se tropiezan con la elevación de la Montaña, efectúan un giro que rodea a ésta y sus coladas, en un caso por su flanco norte y en otro por el sur.


Si nos fijamos en el caso que aquí más nos interesa, a partir de la base de la Montaña el Camino del Socorro discurre de forma tangencial al borde de la lava escoriácea, evitando atravesarla directamente. No es difícil entender por qué: ya fuera un primitivo camino de trashumancia aborigen (cosa bastante probable), o una vía construida como muy tarde en el siglo XVI para conectar el lugar donde apareció la Virgen de Candelaria con la vecindad de Güímar ), lo cierto es que en las condiciones técnicas de la época, en ausencia de maquinaria y explosivos, resultaba mucho más costoso y absurdo fracturar la lava volcánica (Àa golpe de pico, barra y marrón?), y mucho más eficiente trazarlo por los materiales pumíticos (toscas) que circundan los basaltos recientes del Malpaís. De forma inteligente, el Camino elude lo más fragoso de las coladas, viniendo a marcar en la práctica el límite físico de la unidad de paisaje del Malpaís de Güímar.


La capacidad de atracción de esta vía dirigió el crecimiento urbano de esta localidad, prolongando el asentamiento de San Pedro Abajo hacia La Asomada y configurándose como el principal eje director del poblamiento, hasta la construcción de la Carretera Comarcal del Sur a finales del siglo XIX. Es posible que el ancho de la vía, variable a lo largo del trayecto, hubiera podido conocer alguna modificación puntual por ampliación de alguna finca o inmueble particular colindante. Pero no existe ninguna razón firme para suponer que se produjeron cambios sustanciales en la lógica de este trazado, ni existen evidencias históricas o documentales que permitan sustentar tal hipótesis.




Fuentes:

AGUILERA, F. et al. (1994): Canarias. Economía, Ecología y Medio Ambiente. En especial el capítulo 4: "La actualidad del enfoque campesino tradicional en la gestión del medio natural", pp. 221-263. Francisco Lemus Editor, La Laguna.

ASOCIACIÓN CULTURAL PATRIMONIO DE GÜÍMAR (1993): Naturaleza, Historia y Tradición en El Socorro de Güímar. Editorial Benchomo, Las Palmas de Gran Canaria - Santa Cruz de Tenerife.

DIEGO CUSCOY, L. (1968): Los Guanches. Vida y cultura del primitivo habitante de Tenerife. Publicaciones del Museo Arqueológico, Santa Cruz de Tenerife.

VARIOS AUTORES (1996): Guía de los Recursos Patrimoniales del Sureste de Tenerife (Arafo, Arico, Candelaria, Fasnia, Güímar). Asociación Cultural del Sureste de Tenerife, Güímar.

15 julio 2001

Testimonios



El Camino de El Socorro y su trazado.

El Socorro. Julio 2001


-Tu nombre
Mi nombre es Dácil Acosta Afonso

-¿La edad?
67 años, cumplo ahora 68 en septiembre.

-¿Cuántos años lleva bajando con la Virgen?
Yo creo que desde que tenía tres años, aproximadamente, porque bajaba en una bestia, en una cesta metida, mi hermana y yo y en el otro lado bajaban, pues papas arrugadas, los calderos que venían con todo hacían contrapeso con nosotras. Toda la vida, se puede decir que bajábamos.

-¿Pero ese era el camino, no de la Bajada sino para bajar a veranear al Socorro?
Era antes el único camino que había, pasaba por la Asomada y seguía hacia abajo y pasábamos, por donde toda la vida, o sea por donde yo he bajado todos los años ha sido por ese camino, por el camino que hay hoy día.

-¿Y alguna vez bajaban por el camino de Chinguaro?
Con la procesión no. No, con la Virgen no. Podía bajarse si tú querías venir al Socorro, normalmente, pero la procesión nunca jamás, que yo recuerde nunca jamás ha bajado por un otro camino sin ser este. Porque para bajar al Socorro solamente había dos caminos: este, que está hoy día y el camino que bajaba por Chinguaro, pero ese normalmente era para bajar si tú querías porque se acortaba un poco de camino pero con la Virgen nunca. Yo toda la vida he bajado por ese camino.

-¿Y la subida de la Virgen, lo mismo?
La subida de la Virgen lo mismo. Yo empecé a subir con la Virgen hace como cuarenta años, siempre he subido por el mismo camino. Subía poca gente en aquel tiempo con la Virgen pero luego ya eso se ha ido incrementando y ahora está subiendo mucha gente más, pero siempre por el mismo camino.

-¿El camino se ha modificado alguna vez?
La única modificación es cuando se hizo la autopista ¿no? O sea, cuando bajamos por el puente de la autopista que se coge ya el trozo de camino. Cuando se urbanizó eso ahí, por el camino, se quitó un poquito pero luego donde se pone el pabellón ya empezó otra vez a coger tierra, por lo demás siempre ha sido por el mismo sitio. Jamás y nunca se ha modificado eso.

-La entrada del Camino del Socorro se modificó cuando la langosta...
Bueno, cuando las langostas en el año 58, que fue cuando vinieron... la plaga grande de langosta. Se modificó un poquito hacia arriba, nada más, porque ahí se hizo un campo de aviación, el campo se hizo hasta aquí mismo, que habían dos casas, que las dos casas, que las dos casas las quitaron para hacer el campo de aviación. Y era desde aquí desde el Socorro hasta cuando ya llegas ahí, que antiguamente decían, dice que cuando llegaba a lo último de arriba había una cosa muy curiosa y es que la gente toda chillaba unas cosas que se llamaban los jijís, decían jijijijíiii, empezaban a gritar cuando llegaban ahí, pero eso es una cosa muy antigua.

-¿Cuando venían en la Bajada?
Cuando bajaban. Porque se veía de ahí ya El Socorro.

-¿Y ese tramo se ensanchó?
Ese tramo se ensanchó debido a que se hizo el campo de aviación.

-¿Tú recuerdas cómo era antes del campo de aviación?
Bueno, igual, estrecho.

-¿Igual que el camino que viene de arriba?
Igual.

-¿Lo que se ensanchó fue a cada lado?
Fue a cada lado, y quitar las dos casas que había, por encima del quiosco había dos casas, eran de Señor Ramón y de Pepe Delgado, y luego, no me acuerdo quién le hizo el cambio, no sé si fue el Ayuntamiento o qué que le hicieron dos casitas aquí a la entrada. Que las tienen ellos hoy día porque les quitaron aquellas para hacer el campo de aviación, que se hizo en una noche. Yo recuerdo perfectamente cuando se hizo, porque estuve haciendo bocadillos, para la gente que estaba trabajando, estuvimos toda la noche, y llevándoles café... en el año 58, que fue cuando vinieron las langostas

-¿Desde los años 70, por ahí, se bajaba el agua al Socorro , para la gente, por atarjeas que iban a los lados del Camino?
Sí, porque se regaban muchas fincas que había, porque se sembraban tomates, tomates tempranos, y entonces bajaba agua, pero para beber, normalmente... Sí porque había unos aljibes grandes en una casa que tenía Don Pedro Pérez, tenía dos casas y ahí se llenaba y muchas veces se iba a buscar agua.

-¿Y el agua venía por las atarjeas?

Por las atarjeas, sí.

-¿Y las atarjeas siempre fueron por al lado del Camino?

Por al lado del Camino, sí. Siempre, siempre.
Bajando a la izquierda del Camino. Después se cogía agua de la lluvia para el aljibe y luego ya, como ya llovía poco y la gente ya se fue modernizando venían cubas y te llenaban el aljibe, pero normalmente se cogía agua de ahí y de La Molineta, que era la finca que tenía Pedro Modesto, que es donde está hoy día el Polígono.

-Y Pedro Modesto, en lo que es la bajada del Camino ¿recuerdas que tuviera fincas alguna vez él o su familia?
No, Pedro Modesto no. Tenía Don Pedro Pérez, que era de Edelmira Pérez hacia la derecha, donde estuvieron unos invernaderos.

-Pero ¿ahí hubo invernaderos?

Bueno no, un poco con plástico, no era invernaderos como se hace hoy en día sino como con plástico tapados, porque sembró gerberas.

-¿Y cuando hicieron esa finca modificaron el Camino?

Yo creo que no, yo eso no lo recuerdo pero creo que no. No porque lo ves claro porque está la pared y pegado a la pared está el muro que empezó a edificar...

-¿Esa es de las fincas más recientes que hay en esa zona?

Sí, porque después a la izquierda bajando pues eran trozos, trozos nada más, que era ... pues Peregrina Díaz tenía una muy grande que se la vendió al Estado, que es la finca esa del Estado.

-¿Eso es por encima de la Montaña?
Por encima de la Montaña pero Pedro Modesto por ahí no tenía nada. No.

-Y en el tramo desde la Montaña hasta el Socorro, los propietarios ¿eran muchos pequeños propietarios?
Sí, sí. Pancho Ciriaco, después este...no me acuerdo ahora cómo se llama. Pero todos eran pequeños propietarios, trozos nada más, trozos. No eran grandes fincas, ninguno tenía grandes fincas. Pedro Modesto por ese tramo no tenía fincas.

-¿Tú te acuerdas los últimos que cultivaron hasta qué época fue?

No. No me acuerdo. Pero lo tiene que saber la familia de Pedro Alberto porque su madre y todas sus tías sembraban, ahí mismo, sembraban, porque me acuerdo que nosotras subíamos a veces y veíamos bubangos que sembraban ellas entre medio de los tomateros y del millo y siempre nos regalaban unas piñas y unos bubangos, nos regalaba ella. Solamente sembraban eso: bubangos, piñas, millo y batateras y tomates, sobre todo tomates.

-Y ¿hay algunos tramos del Camino que están empedrados, queda un poco de empedrado. ¿Tú recuerdas antes de ese empedrado?
No. Yo siempre lo recuerdo como está.

-El ancho del Camino ¿tú lo recuerdas siempre igual? ¿O era más estrecho?

No, no no. El ancho era igual.

-Tú recuerdas tu madre o tu abuela que te contaran algo relacionado con el Camino o con la Bajada?
No, no no. No porque antes era muy distinta la Fiesta que ahora, bajaba menos gente porque ahora la gente se ha disparado. Yo siempre con quien bajaba era con Mariquita y con Domitila. Ellas es que bajaban... Bueno desde 1900 recuerdo yo de oirle decir a Mariquita que bajaba ella, o antes de 1900 que bajaba ella con la Virgen .





El Socorro. Julio 2001


-Tu nombre
Angelina González Leandro.

-¿La edad?
Setenta y siete.

-Desde Güímar al Socorro había básicamente dos Caminos, el de Chinguaro y el del Socorro...

Sí, pero este sirve solamente para la Romería y el otro es cuando la Virgen la llevaban a Chinguaro.

-¿Tú recuerdas alguna vez que la Virgen bajara por el Camino de Chinguaro hasta el Socorro?
No, no. Una vez sí con romería sí anduvo todo, pero... no sé por qué, por el año Mariano. Pero la Virgen siempre ha bajado por nuestro Camino.

-¿Y la Bajada siempre la recuerdas ...?

Siempre, siempre, y mira que la edad que tengo pues sí.

-¿Y desde qué edad estás bajando con la Virgen?
Pues yo, menos cinco años que estuve en Caracas, seis años y después nueve años no bajé y ya no puedo bajar porque me duelen la piernas, pero no obstante eso, la enfermedad y la muerte de mi esposo siempre he bajado.

-¿Y tú recuerdas que te contaran a tí tu madre, tu abuela, gente más mayor cuando eras pequeña, cosas de la Bjaada?
Sí, la fiesta no se hacía en septiembre, se hacía en diciembre , pero debido a los malos tiempos y a que llovía mucho se empezó a bajar el 7 de septiembre...

-¿Recuerdas, el Camino alguna modificación que tuviera, sobre todo desde la Montaña a aquí?
De la Montaña a aquí es por el mismo sitio que ha bajado siempre. Por la Montaña, después la bajada aquella mala que había, después volver a subir...

-¿Y tú te acuerdas que alguna vez alguna finca, por alguna cosa de lindes...?

No, no no no. Ahora es cuando ha cambiado todo después del Polígono y estas boberías que ha hecho, pero ante no, antes era por toda la Montaña, después la bajada aquella mala que era cerca de Rey y después volvía a venir...

-¿Y por ejemplo alguna finca más reciente como la de Edelmira Campos?
Nada nada, solamente tenía una casa, la casa que tenia, después tenía un aljibe, después se sentaba la gente encima del aljibe, pero no afectó para nada. La pared estaba hecha y la gente bajaba por la pared, por la calle pero por su pared bien hecha.

-¿La pared vino fuera del Camino siempre?

Sí, sí, siempre. La Cardonera se llamaba, porque ahí llamaba la gente La Cardonera. De Pedro Pérez, y la de Luis el Rey estaba detrás. Un poquito más atrás de La Cardonera.

-¿Y el campo de aviación, sí? ¿Eso lo recuerdas?

Eso fue para los cigarrones. Ensanchar y botar la casa de Señor Ramón. Ahí había una casa de Señor Ramón y la botaron y hicieron aquel trozo. La de Señor Ramón estaba donde hicieron aquel campo de aviación para que las avionetas pararan para ...

-¿Eso no fue más que ese tramo?
Eso no fue más que el mismo ancho que tenía pues harían más...

-¿Y tú recuerdas todo ese trozo de las Montaña aquí, todo eran huertas?

Sí, huertas. Tomateros, porque Eliseo Gómez al salir arriba era la finca de Eliseo Gómez. Cuando tú coges el campo de aviación que tú dices y llegas arriba era lo de Eliseo Gómez, allí no había más que tomateros, tomateros, tomateros.

-¿Y todas las fincas que había desde la Montaña hasta aquí, había muchos propietarios?
No, había muchos. Yo conozco la de Edelmira Pérez , Pedro Pérez, estaba ese del Rey, estaban los Eliseos esos , que eran cuatro hermanos y estaba mi tío Anselmo, ahí en las casas nuevas esas que mandaron a parar, había un trozo grande de mi tío Anselmo, de la madre... la viuda de Estévez... mi tío Francisco y toda esa gente, Manolo y todos ellos...

-¿O sea que eran pequeños propietarios todos, no había fincas grandes?

No, pequeños propietarios que plantaban aquí tomate ....

-¿Tú te acuerdas que Pedro Modesto tuviera alguna finca en ese tramo?

De Pedro Modesto no me acuerdo nunca sino de La Molineta, pero a este lado.

...

-¿Y tú recuerdas que el agua del Socoro la trajeran por las atarjeas del Camino?
Para traerlas por las atarjeas no recuerdo. Depositar mil pesetas equis años para poner el agua a presión sí, porque las deposité yo y estuvo diez o quince años depositadas y a las tantas la pusieron. Pero aquí los aljibes estaban a tope ¿sabes de qué? De lo que llovía. De cubas pero aquí de lo que llovía porque nosotros teníamos la casa donde está hoy Chicha ahí, que era de mi abuelo, la de Chicha era de mi tía y la que los Monje tienen era de mi abuelo. Y estaba la aljibe llenita y todo eran filtros y toda bien preparada y las tuberías bien preparadas y en el verano se venía a limpiar las azoteas y todas las aljibes estaban llenas de lo que llovía. Y después no, después ya venía Miguel por allí y dos bidones y se surtía todo el Socorro.

-¿Y no te acuerdas de traer agua por las atarjeas del Camino?

No, de eso nunca me acuerdo. Se traería, pero como eran atarjeas abiertas y de ratones y todo...

-¿Tú te acuerdas que había atarjeas por todo el Camino?

Sí, sí. Tanto así que al final de arriba Eliseo tenía los tomateros y había una atarjea grandísima que regaba los tomateros a chorro.